domingo, 25 de agosto de 2013

Mientras esperaba un autobús en Madrid habló de Dios a un joven drogadicto y le salvó del suicidio


Carmen esperaba en la estación cuando apareció. Él quería dinero para comprar droga para suicidarse. Al escuchar la carta de un preso que había dejado la droga gracias a Dios. No paró de llorar y decidió no suicidarse. 
  
Hay personas en el mundo que si alguien concreto no les habla de Dios nadie lo hará nunca. Y puede ser cuestión de vida o muerte. De ahí la importancia de ser testigos y evangelizadores. En otras palabras, dar gratis lo que han recibido gratis. Es lo que le ocurrió a Carmen, miembro del Camino Neocatecumenal de Ocaña, un día en la estación de autobuses de Méndez Álvaro de Madrid.

Carmen y José Mari, su marido, son un matrimonio que llevan muchos años ayudando en la pastoral penitenciaria de la cárcel de Ocaña II. Allí han podido ser testigos de cómo Cristo realmente actúa y transforma los corazones. Algo que había marcado a Carmen para actuar en la historia que viene a continuación.

El encuentro en la estación de autobuses
Esta mujer estaba esperando el autobús que le llevara una tarde de vuelta de Madrid.  Sin embargo, le quedaba más una hora de espera. En ese momento, un joven toxicómano se le acercó y le pidió dinero para un supuesto viaje que tenía que hacer. Ella le dio algo y cuando se alejaba el sufrimiento que él llevaba dentro. Vio a Cristo sufriente en su interior.

Al ver a Cristo en este joven esclavo de la droga supo que al menos alguien tenía que hablarle de Dios. Fue así como se acercó a él y le preguntó: “¿qué te pasa?” y pidió al muchacho que le contara su historia.

La carta de un preso convertido
Cosas de la providencia, Carmen llevaba en su bolso la carta de un preso de la cárcel a la que ella acude como voluntaria.  Era la historia de cómo este recluso había podido dejar las drogas gracias a Dios. “Le dije, te la voy a leer, me puse a ello, y al escucharla el muchacho empezó a llorar”, recuerda. Este joven toxicómano le preguntaba: “Realmente, ¿usted cree que Dios existe? Yo lo dudo, porque no entiendo por qué me hace sufrir tanto”, pues no sólo estaba aquejado por la adicción sino por muchos problemas físicos.

El joven, extrañado ante la actitud de esta mujer y el contenido de la carta, le volvió a preguntar: “¿Y Dios puede hacer esto que dice la carta?” Un testimonio que no sólo relataba su conversión y cómo había salido del pozo sino que además animaba a sus compañeros a aprovechar esta gracia.

“Le conté los milagros que he visto”
Ante estas preguntas del joven, Carmen no sólo utilizó la carta sino que le contó su propia experiencia de fe. “Estuve mucho tiempo hablando con él  y no sólo le hablé de las maravillas que había hecho en mi vida  sino que le conté las experiencias de los hermanos de mi comunidad”, auténticos milagros.  “Yo le decía que era Dios el que había sacado de la droga a otros hermanos y que somos hijos de Dios y que nos ayuda”, afirma.

El dinero era para suicidarse
Después llegó el turno del joven. Confesó que le había mentido y que el dinero que le había pedido no era para hacer ningún viaje. Llorando le dijo que “ese rato de conversación no había sido en balde” y avasallado por su vida quería el dinero para conseguir droga suficiente para suicidarse puesto que previamente se había escapado de un centro de rehabilitación.

La diferencia entre el suicidio y la muerte cristiana
Sin embargo, Carmen continuó hablando con él y relatando experiencias similares a la del joven y en las que habían podido salir de la droga. “Le hablé también de la muerte y de la paz que se tiene cuando se muere de manera cristiana, cómo se afronta la muerte teniendo a Cristo y cómo cuando no se tiene”.

Por ello, sobre su intención de suicidarse le dijo: “te quieres suicidar porque no puedes más y crees que la solución está en quitarte la vida” pero no, realmente, hay esperanza y con Cristo todo es posible. Él transformó la muerte en vida, por lo que le recomendó que acudiera a la Iglesia, que es su madre.

La decisión de no suicidarse
Admirado y muy  emocionado, el joven drogadicto aseguraba que “nadie me ha hablado como usted lo está haciendo”. Tras un largo rato de charla en la estación de autobuses, el joven afirmó que la carta y la experiencia de Carmen le habían quitado la idea de suicidarse. “Ahora veo que debo ir a la casa de mis padres, pedirles perdón y que me ayuden a dejar la droga”, aseguraba. Y añadió que también “debo hacer lo que me ha dicho y pedir ayuda  a la Iglesia”.  Les dio tiempo para despedirse y el joven se mostró agradecido a Carmen. De una manera cuanto menos curiosa, Dios había llegado a los oídos de este joven esclavo de la droga.

Años viendo milagros en las cárceles
José Mari y Carmen siguen yendo todas las semanas a la cárcel de Ocaña porque “la gente está muy necesitada de Dios”. Allí han visto auténticos milagros y “tenemos un agradecimiento a Dios enorme por esta misión”. De hecho, Carmen confiesa que “yo jamás había pensado en ir a una cárcel pues soy muy miedosa” pero en la capilla de la prisión“ellos se sienten libres, no salen igual que cuando entraron. Decía un interno el otro día que se llevaba la gasolina para la semana”.

Esta experiencia en la pastoral penitenciaria les ayuda en su vida de fe como matrimonio. José Mari asegura que “para nosotros ir es estar con los pobres y los débiles. Es estar con Cristo, con la presencia viva de Cristo. Les vemos como sufren y como encuentran un consuelo grande. Esto es también un testimonio para nosotros”.

Dar gratis lo que han recibido gratis
Igualmente, Carmen afirma que “hemos visto grandes testimonios, presos que habían tenido reyertas entre ellos y que se han perdonado porque a raíz de estar en la Iglesia sabían que tenían que perdonarse para estar con Cristo”.

Aunque a veces también su papel es más contemplativo. “En ocasiones sólo con escuchar les ayudas porque hoy en día no se escucha. Vivimos en un mundo con prisas y así al menos pueden sentirse escuchados”. Cumpliendo lo que dice el Evangelio este matrimonio asegura “sentir la presencia de Dios como nunca en la cárcel” y habiendo recibido a Dios han podido darlo a los demás en una estación de autobús para dar gratis lo que han recibido gratis.


viernes, 23 de agosto de 2013

Mujer que sonríe siempre


Mujer que sonríe siempre
Para como está el mundo
la mía es una vida regalada
y tristemente dulce.
La tuya no lo sé,
la tuya quizás sea
una tímida estancia sonriente
(más por lo que yo veo,
no porque tú lo digas
ni lo diga la gente),
una frágil zozobra divertida,
una jovialidad cristalizada
Como Albert dice:
“esa infantil capacidad
de alegría inmensa
que nada bueno augura…”
Te miro que sonríes,
que sonríes siempre.
Y pienso:
no tendrás tú
alguna enfermedad
que te impida estar triste ¿no?

“Poesía Secreta” (Ed. Lichtung Libro, Granada 2007)  José Mª López Sánchez.


http://www.psicosomaticaandaluza.org/pdffiles/poesia%20como%20terapia.pdf

miércoles, 21 de agosto de 2013

lunes, 19 de agosto de 2013

La prevención del suicidio y la familia


Autor: Prof. Dr. Sergio A. Perez Barrero
Fundador de la Sección de Suicidiologia de la Asociación Mundial de Psiquiatria
Fundador de la Red Mundial de Suicidiología

Resumen:
La familia es un eslabón clave en la prevención del suicidio si realiza la detección y asistencia precoz a los servicios de salud mental de los integrantes con riesgo de cometer suicidio. Para lograr tales objetivos se impone su capacitación.

La familia puede y debe actuar…porque la crisis suicida dura horas, días, raramente semanas, por lo que el objetivo fundamental es mantener a su familiar con vida hasta llegar a recibir atención especializada

Seguir leyendo en xa.yimg.com/kq/.../PREVENCION+DEL+SUICIDIO+Y+FAMILIA.doc

jueves, 15 de agosto de 2013

Testimonio de David MacDonald



Tomado de Davidmacd.com

Este testimonio personal delinea mi vida y el viaje desde de la vida en lo alto de Broadway (New York) a la vida callejera en Ottawa y mi nueva vida en Jesús. (Leerlo te tomará unos 35 minutos).

Fui contratado para actuar en Playwrights Horizon's (Off Broadway) llamado el "Elm Circle. En un punto de la presentación yo actuaba de un "cristiano renacido" que trataba de evangelizar a una chica (la protagonista principal) en un tren. Fue irónico que haya actuado de evangelizador considerando que era ateo en aquel tiempo. Dios esta anticipándose. En la obra ella rechazaba mi evangelización como loca, casi igual a aquella vez en que yo había rechazado a los dos tipos "renacidos" en la Estación Central. En la obra ella iba buscando el sentido de la vida mientras viajaba hacia Hollywood para transformarse en una estrella de cine, sin embargo al final ella cometería suicidio. Es así como termina la obra, un testimonio poderoso y un verdadero anticipo de lo que me significaría mi rechazo hacia Dios. Sin embargo, no capté el mensaje.




martes, 13 de agosto de 2013

La balada del suicida



A ballad of suicide
Gilbert Keith Chesterton 

(Gran Bretaña, 1874-1936)

The gallows in my garden, people say,
Is new and neat and adequately tall;
I tie the noose on in a knowing way
As one that knots his necktie for a ball;
But just as all the neighbours—on the wall—
Are drawing a long breath to shout "Hurray!"
The strangest whim has seized me. . . . After all
I think I will not hang myself to-day.

To-morrow is the time I get my pay—
My uncle's sword is hanging in the hall—
I see a little cloud all pink and grey—
Perhaps the rector's mother will not call—
I fancy that I heard from Mr. Gall
That mushrooms could be cooked another way—
I never read the works of Juvenal—
I think I will not hang myself to-day.

The world will have another washing-day;
The decadents decay; the pedants pall;
And H.G. Wells has found that children play,
And Bernard Shaw discovered that they squall,
Rationalists are growing rational—
And through thick woods one finds a stream astray
So secret that the very sky seems small—
I think I will not hang myself to-day.

Envoi
Prince, I can hear the trumpet of Germinal,
The tumbrils toiling up the terrible way;

Even to-day your royal head may fall,
I think I will not hang myself to-day


La balada del suicida

De la horca en mi jardín, dice la gente
Que es nueva, limpia y de altura decente
Me pongo el nudo al cuello de una forma estudiada,
Como una pajarita para una culta velada.
Pero mientras los vecinos al muro asomados,
contienen el aliento para aplaudir preparados.
El más extraño capricho me ha llegado a atrapar
Y creo que después de todo, hoy no me pienso ahorcar

Mañana el sueldo he de cobrar...
La espada de mi tío no llegué a descolgar...
Veo una nube pequeña y rosada.
Quizás la madre del rector no haga esa llamada...
Me parece que el Sr.Gall va a contestar ...
Estos hongos de otra forma se pueden cocinar ...
Las obras de Juvenal aún he de terminar...
Hoy no me pienso ahorcar.

El mundo su ropa sucia volverá a lavar.
Los decadentes han de empeorar, los pedantes se han de aburrir.
Y H.G.Wells ha visto a los niños reír
y Bernard Shaw los ha visto llorar
El racionalismo es cada vez más racional
Y por lo más profundo del bosque he visto un arroyo fluir
tan secreto que al propio cielo llega a ocultar...
Hoy no me pienso ahorcar.

Mensajero

Príncipe, los clarines de Germinal oigo sonar
Y a los carros de guerra en su terrible camino retumbar.
Incluso hoy, tu real cabeza podría rodar ...
Hoy no me pienso ahorcar.


http://poemaseningles.blogspot.com.es/2006/02/gilbert-k-chesterton-ballad-of-suicide.html

sábado, 10 de agosto de 2013

Las cuatro tácticas del maligno y como defendernos

Para reconocer su influencia.
Uno de los elementos clave en cualquier desafío es entender las tácticas de su oponente y reconocer las sutilezas de la estrategia o movimientos a que pueda recurrir. En la batalla espiritual tenemos que desarrollar alguna sofisticación en reconocer, nombrar y entender las sutilezas de las tácticas comunes del diablo.
Examinemos las cuatro tácticas comunes del diablo.

DECEPCIÓN

Jesús dice que el diablo fue un asesino desde el principio que no ha permanecido en la verdad, porque no hay verdad en él. Cuando habla, habla mentiras según su propia naturaleza, porque es mentiroso y padre de mentira. (Juan 8:44).

El diablo nos engaña con muchas promesas falsas y vacías. La mayoría de ellas están relacionadas con la mentira de que vamos a ser más felices y más plenos si pecamos, o negamos aspectos de la verdad. Cualquier placer viene con el pecado según él. Pero un grande y acumulado sufrimiento viene con el tiempo con casi todas las actividades pecaminosas. Sin embargo, a pesar de esta experiencia, los seres humanos siguen siendo muy ingenuos, parece que amar promesas vacías pone todo tipo de falsas esperanzas en ellas.
El diablo también nos engaña al sugerir todo tipo de complejidades, sobre todo en nuestro pensamiento. Y así pretende confundir y ocultar la verdad fundamental de nuestra acción. Nuestra mente es muy astuta y le encanta disfrutar la complejidad como una forma de evitar la verdad y poner excusas. Así que, la connivencia con el diablo, nos entretiene con infinitas complicaciones con la pregunta “¿Y si esto….? y ¿Qué pasa con eso….?”. Junto con el diablo, proyectamos todo tipo de posibles dificultades, excepciones o potenciales historias lacrimógenas, para evitar insistir en que nosotros u otros debemos portarmos bien y vivir conforme a la verdad.

El diablo también busca engañarnos con “palabras engañadoras”. Y así el desmembramiento y asesinato de un niño por el aborto se convierte en “libertad reproductiva” o “elección”. A la sodomía se llama “gay” (una palabra que se usa para significar “feliz”). A nuestra fe luminosa y a la sabiduría antigua se llama “la oscuridad” y “la ignorancia”. A la fornicación se le llama “cohabitación”. Y la redefinición del matrimonio, es llamada “libertad del matrimonio.” Y así, a través de exageraciones y falsas etiquetas, el diablo nos engaña, y con demasiada facilidad llama bueno, lo que Dios llama pecado.

El diablo también nos engaña a través de la gran cantidad de información. Información no es lo mismo que verdad, y los datos se pueden montar muy hábilmente para hacer imágenes engañosas. Además, algunos datos y cifras se pueden destacar, en exclusión de otras verdades.Y así, la información o datos que son verdaderos en sí mismos, se convierten en una forma de engaño. Los medios de comunicación y otras fuentes de información, a veces ejercen un poder más grande que lo que ellos nos informan. Y esto también es una manera por la que el diablo trae engaños sobre nosotros.

Hacemos bien en evaluar cuidadosamente las muchas formas en que satanás pretende engañarnos. No creas todo lo que piensas o escuchas. Aunque no debemos ser cínicos, debemos ser sobrios, y tratar de verificar lo que vemos y oímos con la verdad revelada de Dios.

DIVISIÓN

Una de las oraciones finales de Jesús fue que seríamos uno (cf. Juan 17:22). Oró esto, en la última cena antes de sufrir y morir por nosotros. En este sentido, destaca que un aspecto principal de su obra en la cruz es la superación de las divisiones intensificadas por satanás. Algunos sostienen que la raíz griega de la palabra “diabólica” (diabolein) significa cortar, arrancar o dividir. Jesús ora y trabaja para reunificar lo que divide el diablo.

El trabajo del demonio en la división comienza dentro de cada uno de nosotros a medida que experimentamos muchas tendencias contrarias, algunas nobles, creativas y edificantes, y otras de base, pecaminosas y destructivas. Muy a menudo, luchamos dentro y nos sentimos desgarrados, como Pablo describe en Romanos capítulo 7: el bien que quiero hacer, no lo hago… y cuando trato de hacer el bien, el mal está a la mano. Esta es la obra del diablo, dividirnos en nuestro interior.

Y, por supuesto, el ataque del diablo contra nuestra unidad interna, se derrama en muchas divisiones entre nosotros externamente. Hay muchas cosas que ayudan a manejar esta división, y el diablo seguramente se nutre de todas: la ira, las heridas del pasado, resentimientos, miedos, malos entendidos, la codicia, el orgullo y la arrogancia. Existe también la impaciencia que tan fácilmente desarrollamos sobre nuestros seres queridos, y la noción errónea de que de alguna manera, debe buscarse gente más perfecta y deseable. Y así muchos abandonan sus matrimonios, familias, iglesias y comunidades, siempre en busca de la meta esquiva en la búsqueda de personas y situaciones mejores y más perfectas.

Sí, el diablo tiene un día de campo tocando toda una plétora de tendencias pecaminosas en nosotros, pero su objetivo siempre es dividir dentro de nosotros mismos y entre nosotros mismos. Haremos bien en reconocer que, cualesquiera que sean nuestras luchas con los demás, todos compartimos un enemigo común, que busca dividir y destruirnos. Como escribe San Pablo: porque nuestra lucha no es contra la sangre y carne, sino contra principados, contra potestades, contra los poderes de este mundo de tinieblas, contra las huestes espirituales de maldad en las regiones celestes (Efesios 6:12).

DISTRACCIÓN

Ser distraídos es apartarse de lo que es nuestro principal objetivo o tarea. Y para todos nosotros, el objetivo más importante es Dios y las cosas buenas que nos esperan en el cielo. Nuestro camino es hacia el cielo, en el camino de la fe y la obediencia a la verdad, al amor a Dios y amor al prójimo. Y así el diablo hace todo lo que puede para distraernos, es decir, alejarnos de nuestro único objetivo verdadero.

Lo hace cuando estamos absortos en las cosas pasajeras del mundo. Así que muchos afirman que están tan ocupados que no tienen tiempo para orar o ir a la iglesia, o buscar otras formas de alimento espiritual. Llegan a estar tan absorbidos por las cosas del mundo que pasan por alto la realidad duradera que se avecina.

Las ansiedades y temores también nos causan muchas distracciones. Y por esto, el diablo hace que nos fijemos en los temores acerca de las cosas que pasan, y temor del juicio que nos espera. Jesús dice: No temáis a los que matan el cuerpo. Temed más bien a aquel que puede destruir el alma y el cuerpo en el infierno (Mateo 10:28). En otras palabras, debemos tener una santa reverencia y temor dirigidos hacia el Señor, y de esta manera, muchos de nuestros temores se verán en mejor perspectiva, o van a desaparecer por completo. Pero en esta cuestión del miedo, el diablo dice todo lo contrario: debemos temer 10.000 cosas que nos pueden afligir en este mundo que pasa, y que no pensemos en absoluto en la cosa más importante para nosotros, nuestro juicio.

En el corazón de toda la desviación está que el diablo quiere que nos enfoquemos en las cosas menores para evitar centrarnos en las cosas más grandes, como una decisión moral y la dirección general de nuestra vida.
Una vez más, tenemos que aprender a concentrarnos en lo más importante, y decisivamente negarnos a ser desviados a cosas menores.

DESALIENTO

Como seres humanos, y desde luego, como cristianos, debemos tener grandes aspiraciones. Esto es bueno. Pero como en todas las cosas buenas, satanás intenta a menudo envenenar lo que es bueno. Para tener altas aspiraciones, también es cierto que a veces nos falta la humildad para reconocer que hay que hacer un viaje a lo que es bueno y lo mejor. Demasiado fácil entonces, satanás nos impacienta con nosotros mismos y con los otros. Y, con nuestras aspiraciones, que esperamos se cumplan en el tiempo más rápido, llega la falta de caridad para con nosotros mismos o para otros. Algunos se desaniman con ellos mismos o con los otros y renuncian a la búsqueda de la santidad. Otros renuncian a la iglesia debido a las imperfecciones encontradas allí.

El diablo también nos desalienta, porque las aspiraciones son generalmente abiertas. El hecho es que siempre hay margen de mejora, y siempre podemos hacer más. Pero aquí, el diablo entra, pues, cuando podemos hacer más, también es posible pensar que no hemos hecho lo suficiente. Y así el diablo nos desalienta, siembra en nuestros pensamientos exigencias poco razonables en cuanto a lo que podemos o debemos hacer en el día a día.

El diablo también nos desalienta a través de cosas simples, como la fatiga, los fracasos personales que todos experimentamos, contratiempos, y otros obstáculos que son comunes a la condición humana, y comunes a vivir en un mundo caído, con recursos limitados.

En todas estas formas el diablo trata de desanimarnos, para querer, en algún nivel, que renunciemos. Sólo un sentido bien desarrollado de la humildad puede ayudar a salvarnos de estas obras desalentadoras de satanás. Porque el hecho es, que la humildad, que es la reverencia por la verdad sobre nosotros mismos, nos enseña que crezcamos y nos desarrollemos lentamente y por etapas, y de hecho, hay contratiempos, y vivimos en un mundo que es duro, y lejos de ser perfecto . El reconocimiento de estas cosas, y ser humildes, nos ayuda a apoyarnos más en el Señor, y confiar en su ayuda providencial, que crece en nosotros gradualmente.

Fuentes: Mons. Charles Pope, Signos de estos Tiempos

http://forosdelavirgen.org/68043/las-cuatro-tacticas-del-maligno-y-como-defendernos-2013-08-07/


VER TAMBIEN: CARTAS DEL DIABLO A SU SOBRINO
http://www.reinadelcielo.org/downloads/cartas.pdf


viernes, 9 de agosto de 2013

El Suicidio, una crisis psicológica

"Abandonarse al dolor sin resistir, suicidarse para sustraerse de él, es abandonar el campo de batalla sin haber luchado" Napoleón



En el año 2003 el suicidio se declaró como un problema de salud pública por la World Health Organization (WHO), y por tanto la Organización de las Naciones Unidas (ONU), junto con la Asociación Internacional de Prevención de Suicidio (IASP), declararon al 10 de septiembre como el <>. Esto fue posible gracias al trabajo y dedicación del doctor Edwin S. Shneidman quien logró obtener la atención pública y política sobre el fenómeno suicida y sus graves consecuencias sociales.

Edwin S. Shneidman (1918–2009), fue pionero en el campo de la Prevención del Suicidio además de un prolífico pensador y escritor de este tema, manteniéndose a la vanguardia en sus estudios y reflexiones durante más de 50 años. Su creatividad, sensibilidad y agudeza de conocimiento hicieron posible crear una nueva disciplina: la Suicidología, término incluso que él mismo acuñó. Pocas personas tienen la magnífica oportunidad de crear una nueva disciplina, darle nombre, forma y trabajar para contribuir a ella de la manera en que él lo hizo; y más aún, para sensibilizar a otros investigadores competentes e incentivarlos a invertir en ella haciéndola crecer y ganarse un lugar importante en las ciencias de lo humano.

El trabajo central de Shneidman, la Suicidología, está basado teóricamente, y de manera primordial en las causas psicológicas y sociológicas del suicidio. Creía que la vida se enriquece con la contemplación de la muerte y el morir; y concibió a la Psicología como la ciencia que debería estar presente en el estudio de estas formas de expresión de la compleja individualidad de la persona, pues consideraba al suicidio, básicamente, como una crisis psicológica. El estudio del suicidio y su propuesta acerca de que éste podría evitarse, se convirtieron en la pasión de su vida.

Las contribuciones principales de Shneidman han sido conceptuales. Acuñó palabras y conceptos como suicidología, autopsia psicológica, posvención, muerte sub–intencionada, dolor psicológico. Su trabajo en el campo del suicidio puede ser subdividido así: Evaluación conceptual y teórica del comportamiento suicida; Notas póstumas (o recados suicidas); Aspectos administrativos y programáticos; Aspecto clínico y de comunidad; Autopsia psicológica y posvención.

El suicidio se manifiesta como un fenómeno innegable y profundamente significativo para todas las sociedades del mundo histórico. Es síntoma claro de la pugna entre las pasiones del hombre, su base biológica y las fuerzas culturales de su entorno. No obstante, aunque el suicidio es un mismo evento en todos los casos (una persona se quita voluntariamente la propia vida por medio de diversos medios), cada sociedad ha mantenido hacia éste consideraciones y acercamientos tan variables como sus peculiares principios culturales, religiosos, morales e ideológicos.

El sociólogo Émile Durkheim1 introdujo el acto suicida dentro del catálogo de los problemas fundamentales de la cultura occidental: consideraba que el suicidio y sus consecuencias en la comunidad rebasaban el mero plano de lo moral y se mostraban como una mezcla de condiciones psicopatológicas y condiciones sociales efectivas, esto es, que el suicidio tenía un trasfondo que se anclaba en la dinámica comunitaria, y sus efectos en la psique individual.

Sin embargo, a pesar de que el hecho suicida era ya un tema científico y su estudio estaba nutriéndose de sus propios presupuestos y conceptos –alejados de los populares o los religiosos–, las metodologías de investigación seguían siendo dispares, inconsistentes y ofrecían múltiples respuestas, muchas veces contrapuestas. En los años 1950 los científicos pensaban que sólo los enfermos mentales se quitaban la vida, es decir, que el suicidio no era un fenómeno que se diera entre las personas que no demostraban claros signos de psicopatología y trastorno mental.

Sin embargo, nuevas teorías y perspectivas de análisis científico dieron cuenta de que el estudio del acto suicida debía incorporar muchos factores que hasta ese momento habían pasado inadvertidos, en aras de entenderlo a cabalidad y, además, poderlo prevenir. Dos fueron las grandes aportaciones a este respecto. En primer lugar, un descreimiento al presupuesto de que únicamente los pacientes psiquiátricos eran susceptibles de atentar contra su propia vida: la tesis a defender era no todo suicida es psicótico, así como no todo psicótico es suicida. Por otro lado, la propuesta de que todo estudio del fenómeno acerca de la auto–aniquilación consciente debía diferenciar, en primera instancia, a los suicidios consumados de aquellos que se hubieran quedado solamente en tentativas suicidas, o lo que es lo mismo, comprender que el estudio del suicidio no debía centrarse solamente en la muerte del sujeto sino también en el momento de su planeación y en los rastros materiales y textuales que éste dejaba.

Esta visión innovadora que nuestra sociedad occidental contemporánea le otorga al suicidio fue uno de los legados del doctor Shneidman.

Continuar leyendo:
http://www.scielo.org.mx/scielo.php?pid=S0185-33252010000400008&script=sci_arttext


lunes, 5 de agosto de 2013

Testimonios sobre qué hay más allá del suicidio. Algunos de los supervivientes nos lo cuentan


Una de las revisiones más tristes se da, cuando uno ha atentado contra su vida por el suicidio. En unos casos, parece que se quedan en una zona crepuscular o intermedia, entre el cielo y el infierno, que podríamos llamar purgatorio; pero, en otros casos, parecen que tienen experiencia del infierno. Dice uno de los pacientes del doctor Moody: Cuando estuve allí, tuve la sensación de dos cosas que me estarían totalmente prohibidas: matarme a mí mismo y matar a otra persona. Si me suicidaba, sería como devolverle a Dios un regalo, tirándoselo a la cara… Matar a otra persona equivaldría a interponerme en los designios de Dios para con ella.

Todos los suicidas están de acuerdo en un punto: Creen que su intento de suicidio no solucionó nada; y se encuentran exactamente con los mismos problemas de que habían intentado librarse, quitándose la vida. Cualquiera que fuese la dificultad de que habían intentado escapar, continuaba allí sin resolver… Todos afirmaron que después de su experiencia, no volverían a pensar jamás en el suicidio. Su actitud común era que habían cometido un error y se alegraban mucho de haber fracasado en su intento.

El doctor Kenneth Ring, fundador de la Asociación internacional para el estudio de experiencias cercanas a la muerte (IANDS, international association for Near-Death Studies) cuenta en su libro Life at death más de 20 casos de suicidio. Ninguno de ellos tuvo experiencia de la luz maravillosa. La experiencia de estas personas estaba como amputada. Tenían sí experiencia de bienestar físico al salir de su cuerpo, pero sin sensaciones transcendentes, pues no ven la luz ni sienten amor o alegría, y están en una zona crepuscular o vacía, si es que no viven un ambiente de infierno.

La doctora Paola Giovetti en su libro Qualcuno è tornato cuenta el caso de la señora M. F. Restano, de Turín, quien le contó personalmente su caso.

Cuando en plena lucidez y conciencia decidí suicidarme, estaba convencida de que Dios me perdonaría. Si Dios existe, me decía, debe ser superior a las debilidades humanas. Mi desilusión de la vida presente era total y estaba convencida de que en el más allá estaría mejor. Pero aquello que he vivido era totalmente inesperado. Decidí suicidarme como consecuencia de una serie de problemas, enfermedades y malentendidos familiares. Por eso, no condenéis a quienes llegan a tomar esta decisión, aunque ahora, con todos los problemas que tengo, nunca tomaría esa decisión.

Traté de suicidarme, pero fui ayudada a tiempo, aunque estuve 5 días en coma profundo. Al suicidarme, me encontré en un mundo de silencio. Mi cuerpo era ligero, estaba físicamente bien. Estaba en una sala oscura que, lentamente, comenzó a aclararse como si me fuese acostumbrando a la oscuridad. Estaba sola, completamente sola, pero crecía mi angustia mental. A un cierto momento, me pareció ver un rostro joven, pálido, ojos negros, severos, pero amigables y llenos de comprensión. Aquellos ojos estaban fijos en mí. Me comuniqué con él mentalmente. Fue una conversación larga. Le pedí que me ayudara, quienquiera que fuese. Él me respondía: “Ten calma y confianza. Calla, cálmate”… Después sentí que algunos seres discutían, ciertamente, sobre mí. Eran figuras sin rostro o los cubría una capucha, parecían frailes. Supe que me estaban juzgando. Yo todavía no sabía bien, si estaba viva o muerta, por lo que no sabía si el juicio consistía en enviarme a la tierra o al infierno. Algunas voces me defendían, pero la mayor parte me acusaba y una voz era especialmente mala y despiadada. Era una voz fuerte y profunda, que pedía con violencia mi condena total. Yo estaba aterrorizada.

De pronto, entraron en la sala una multitud de personas, eran figuras oscuras, viejas, encorvadas. Sabía que el juicio había sido negativo y estaba aterrorizada. Pero, cuando quisieron llevarme, la luz de aquel ser las detuvo. La luz me absolvió. No había sido un sueño, era demasiado lucido, real y coherente. Ahora tengo miedo de morir y poder encontrarme con aquel ambiente, con aquellos seres oscuros.

Otro caso. Antonio trabajaba en tareas de rescate en toda clase de emergencias. Una vez se contagió de sida a sus 36 años por haberse hincado accidentalmente con una aguja durante la tarea de resucitación de una víctima. Y decidió suicidarse. Dice:

Yo tomé muchas píldoras y me llevaron al hospital. Allí vi que mi cuerpo flotaba en una oscuridad. No podía ver nada, no podía moverme ni hacer nada por mí mismo. Era terrible. Oía sonidos horrorosos en mis oídos. Yo pensé: “Estoy en el infierno y no puedo salir. Estoy atrapado”. Entonces, oí una voz y supe que era Dios. Era una voz tranquila y calmada, que me dijo: “Si esto es lo que tú quieres hacer, aquí es donde vas a venir”. Yo pensé: “Es demasiado tarde, ya estoy muerto”. De pronto, todo desapareció y estaba de nuevo en mi cuerpo. Fue como si me hubieran vuelto de nuevo las ganas de vivir. Es como si Dios me hubiera dicho: “Si quieres suicidarte, irás al infierno”. Ahora sé que Dios tiene un plan para mí, que es ayudar a otra gente con sida.

Rochelle dice: Yo intenté suicidarme dos veces. La primera, con sobredosis de pastillas, pero no tuve ninguna experiencia. La segunda vez, dejé salir el gas en mi habitación, porque estaba muy deprimida y no podía dormir. Por eso, quería morir. En ese tiempo, yo no creía, era agnóstica; yo no creía en el diablo ni en el cielo ni en el infierno. Por eso, yo sólo quería acabar con mis sufrimientos de una vez por todas. De pronto, el gas hizo efecto y me vi en un lugar oscuro, totalmente oscuro. Yo estaba muerta. En ese momento, algo me tocó en la espalda; yo miré y era un gran gorila. Ahora asocio aquel gorila con Satanás. Entonces, grité desde el fondo de mi alma, pidiendo ayuda a Dios. Y Él me sacó de allí y desperté tres o cuatro horas después y había gas por toda la tercera planta de la casa.

Esta experiencia fue como si Dios me hubiera dicho: “Has cometido una tontería”. Hay algo después de esta vida y Él me lo mostró y me sacó de allí. Yo quisiera ahora decir a la gente, en las mismas condiciones que yo (deprimidas), que si piensan que van a escapar muriendo, es un gran error. Si tú mueres, sigues vivo. Por eso, no trates de matarte; más bien, trata de cumplir tu misión, pidiendo ayuda.

El médico Francis Ceravolo me contó la historia de uno de sus pacientes suicidas. Él es italiano y lo conozco de hace años. Es un hombre simpático y tranquilo, pero que no creía en Dios. Y me dijo: “Yo vi fuego y vi pequeñas criaturas a mi alrededor. Ellas tenían miradas perversas y parecían terribles. Yo los vi. Ahora creo en Dios, porque sé que Él me dio la oportunidad de sobrevivir”.

Sadira, como consecuencia de una sobredosis de pastillas, tuvo su experiencia NDE. Dice: Lo que yo viví fue la cosa más horrible. Oía aquellas voces que no eran de la tierra. Ellos gritaban. Yo estaba desnuda y sentía vergüenza, aunque todo estaba oscuro. Esas criaturas eran como anoréxicas, calvas, desnudas, sin dientes, todo sucias. Había como cincuenta, todas a mi alrededor. Yo podía sentir su respiración cerca de mí y olían muy mal. Todo era muy real. Me sentí juzgada y que iba a ser castigada. Aquellos seres estaban allí para castigarme; pero, después de un tiempo de terror, se fueron.

Como católica, sabía que nadie puede suicidarse. Nunca lo haré de nuevo. Yo estaba horrorizada, estaba en el infierno. Fui al infierno. Personalmente, nunca creí en el infierno. Yo creía que el infierno era no ser capaces de ver a Dios. Pero, después de esto, creo en el infierno. Cuando me desperté, estaba aterrorizada. Reconozco que el suicidio nunca es la solución. No es una opción. Dios no lo quiere y yo creo en Dios. Esta experiencia cambió mi vida y estoy contenta de que me sucediera.

Marie era una estudiante francesa de 17 años que, después de una desilusión amorosa, decidió quitarse la vida. Dice: A la salida del túnel he encontrado otros seres, no los veía, pero los sentía. Aquellos seres estaban llenos de amor, eran como ángeles... He descendido y he visto formas grisáceas. Eran dulces, benévolos y una voz me ha dicho: “Son los suicidas”, haciéndome saber que el suicidio no es una solución, sino algo muy grave. Después, he encontrado un ser luminoso indescriptible, de una gravedad y profundidad impresionante. Toda mi vida ha comenzado a desfilar delante de mí como en un film y todo era alocado. He visto a las personas que he conocido y el efecto de mis acciones sobre ellas. Era terrible. Me sentía estúpida. La voz del ser de luz era impresionante, distinta a la de los ángeles que había visto a la salida del túnel. Después de la revisión de vida, me he sentido estúpida y he descartado totalmente de mi vida la idea del suicidio. Ahora estoy totalmente convencida de que hay una vida después de la muerte y de que existe un ser supremo a quien podemos llamar Dios.

Evidentemente, los suicidas no necesariamente se condenan. Dios comprende mejor que nadie los condicionamientos que han podido llevar a cada persona a semejante decisión equivocada. Lo cierto es que es un gravísimo error, porque rompe el plan de Dios y, sobre todo, acorta el tiempo de vida disponible para aprender a amar, que es la razón de ser de nuestra existencia. De todos modos, nosotros no somos quiénes para juzgarlos, Dios los juzgará. Pero, ciertamente, todos ellos se arrepentirán en el más allá o quizás deban purificarse durante mucho tiempo para reparar el tiempo perdido. Esas formas grisáceas podrían indicarnos que no están condenados, sino en un estado de purificación que nosotros llamamos purgatorio

jueves, 1 de agosto de 2013